Iniciamos el momento de oración con un silencio que ayude a la serenidad, a reposar lo vivido y compartido hoy. Si quieres algunas indicaciones más para preparar bien la oración te invito a conocer nuestras sesiones anteriores tituladas Aprovecho para orar.
Inicio
Comenzamos con la señal de la cruz. Es el signo de amor y de entrega de Jesús. Es el gesto que nos ayuda a tomar conciencia de en nombre de quién y con quién vivimos este momento de oración, de diálogo con Jesús.
Nos centramos
Nos ayudará a centrarnos un sencillo ejercicio de respiración consciente. Hemos cantado que Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro.
Respira profundamente, sin hacer ruido. Toma el aire dejando que entre lentamente por la nariz y que llene tus pulmones. Después, lentamente, deja que salga por los labios, también lentamente.
Hazlo varias veces, sin prisa.
Al llenarte de aire, reza mentalmente estas palabras: Ven, Espíritu Santo.
Al expulsar el aire, reza mentalmente: Haz oración en mí.
Repítelo varias veces.
Rezamos con la Palabra de Dios – Salmo 23
Sin prisa, mientras lees desde la Biblia o desde este recurso, toma conciencia de que rezas con palabras escritas por creyentes de hace muchos siglos. Hablan de Dios como un pastor que nos cuida. Te invito a leerlo con mucha calma:
Salmo 23
El Señor es mi pastor;
nada me falta.
En verdes praderas me hace descansar,
a las aguas tranquilas me conduce,
me da nuevas fuerzas
y me lleva por caminos rectos,
haciendo honor a su nombre.Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno,
porque tú, Señor, estás conmigo;
tu vara y tu bastón me inspiran confianza.Me has preparado un banquete
ante los ojos de mis enemigos;
has vertido perfume en mi cabeza,
y has llenado mi copa a rebosar.
Tu bondad y tu amor me acompañan
a lo largo de mis días,
y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.
Ahora que lo has leído… úsalo para rezar, es decir, para hablar de tú a tú con Dios. Te invito a que todo lo que dice el salmo se lo digas tú a Dios con confianza, cambiando el salmo así:
Señor, tú eres mi pastor, contigo nada me puede faltar….
En verdes praderas, tú, Señor, mi pastor, me haces descansar….
Me conduces hacia aguas tranquilas…
Me das nuevas fuerzas….
Escuchamos la Palabra de Dios – Juan 10, 11
Escucha este texto. Son palabras pronunciadas por Jesús. Repítelas como si fueran un mantra durante largo rato.
Yo soy el buen pastor:
el buen pastor da su vida por las ovejas.
Repite, a continuación, diciéndole: «Tú eres el buen pastor, tú das la vida por mí»
Responde a la Palabra:
¿Te dejas guiar y cuidar por Dios? ¿Por su Palabra? ¿Te inspira su forma de ser para convertirte en pastor/pastora de quienes te rodean?
Medita estas preguntas y respóndele a Dios con tranquilidad y cariño, con libertad y confianza.
Termina dándole gracias a Jesús por este momento.
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