Iniciamos el momento de oración con un silencio que ayude a la serenidad, a reposar lo vivido y compartido hoy. Si quieres algunas indicaciones más para preparar bien la oración te invito a conocer nuestras sesiones anteriores tituladas Aprovecho para orar.

Inicio

Comenzamos con la señal de la cruz. Es el signo de amor y de entrega de Jesús. Es el gesto que nos ayuda a tomar conciencia de en nombre de quién y con quién vivimos este momento de oración, de diálogo con Jesús.

 

Nos centramos

Nos ayudará a centrarnos un sencillo ejercicio de respiración consciente. Hemos cantado que Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro.

Respira profundamente, sin hacer ruido. Toma el aire dejando que entre lentamente por la nariz y que llene tus pulmones. Después, lentamente, deja que salga por los labios, también lentamente.

Hazlo varias veces, sin prisa.

Al llenarte de aire, reza mentalmente estas palabras: Ven, Espíritu Santo.

Al expulsar el aire, reza mentalmente: Haz oración en mí.

Repítelo varias veces.

 

Escuchamos la Palabra de DiosLucas 24, 13-36

Sin prisa, mientras lees desde el enlace o un Nuevo Testamento, puedes contemplar estas imágenes pintadas por el artista Arcabas que ilustran este pasaje del Evangelio.

Aquel mismo día, el primero de la semana, dos discípulos iban camino de una aldea llamada Emaús… Jesús en persona se les acercó…..

… para que lo condenaran a muerte y lo crucificasen, mientras nosotros esperábamos que él fuera el liberador de Israel…

… quédate con nosotros, que ya está atardeciendo….

… tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo ofreció….

Se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció de su vista…

Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén….

 

Meditamos la Palabra de Dios

En el camino de Emaús contemplamos a Jesús.

– En primer lugar, contemplamos a Jesús ausente. Ausente en la vida de dos de sus discípulos que lamentan su pérdida. Jesús crucificado. ¿Está ausente de tu vida? ¿No lo sientes como compañero?

 

– En segundo lugar, en el relato, contemplamos a Jesús como compañero. Como acompañante. Podemos contemplar sus gestos, su estilo de acompañar y asimilarlo para ser buenos compañeros de camino, padres, madres, hijos, hermanas, educadores…. al estilo de Jesús.

Fíjate en estos rasgos muy despacio y trata de decirle a Jesús, tras leer cada uno de ellos: «Que yo acompañe como tú acompañas».

 

  • Jesús toma la iniciativa del encuentro…. «Que yo acompañe como tú acompañas».

 

  • Jesús se pone al lado de los que se sienten decepcionados….«Que yo acompañe como tú acompañas».

 

  • Jesús hace con ellos el camino escuchando y compartiendo….«Que yo acompañe como tú acompañas».

 

  • Jesús ilumina la vida y el problema a la luz de la Palabra…«Que yo acompañe como tú acompañas».

 

  • Jesús se detiene con ellos para celebrar… «Que yo acompañe como tú acompañas».

 

 

– En tercer lugar podemos contemplar a Jesús en el gesto de partir el pan.

 

Contemplamos

Mirando una imagen de Jesús o cerrando los ojos. Quédate con Jesús y repítele: «Quédate con nosotros»

 

Compartimos

En comunidad o en familia  nos convertimos en testigos del Resucitado.

Se puede compartir brevemente algo de lo orado en este momento al Señor o elevar una breve oración al Padre.

Concluimos rezando, como familia creyente, acompañada por Jesús, el Padre Nuestro.

 

 

 

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