Bienaventurados los que trabajan por la paz.
La paz es un regalo de Dios. No es solo la ausencia de conflicto. Es una manera de relacionarte con Dios, con las personas y con toda la creación. ¡Shalom! Este es el saludo que se convierte en un deseo de paz espiritual, de salud, de bendición, de felicidad y salvación. De todo lo que cabe en una vida llena de Dios.
Cuando el ángel saludó a María la saludó en arameo o hebreo, pero no en latín diciendo «¡Ave!». El ángel la saludó diciendo Shalom. Dios está en la vida de María, Dios trabaja por llenar de paz, de fecundidad, de salud y de felicidad la vida de María y del mundo. Ese Shalom entra en ella a través de un niño: Yoshua (Jesús) que quiere decir «Dios salva». Con él entra la paz en el mundo.
Construir la paz es hacer hueco a Jesús, como lo hizo María; es hacer espacio al shalom de Dios: a su proyecto de amor, de felicidad, de salud… poniéndonos manos a la obra. Cuidando la vida, evitando la destrucción.
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