Las bienaventuranzas son las hermosas palabras de Jesús que están recogidas en el evangelio según Mateo y según Lucas.

En ellas contemplamos la manera tan especial que Dios tiene de amar a sus hijos e hijas.

Quien las vive ofrece al mundo razones para vivir de un modo evangélico y razones para esperar un mundo lleno de evangelio.

Vamos a tratar de descubrir en estos ocho días previos a la novena de María Auxiliadora la manera en que esas bienaventuranzas florecieron en la vida de María, la madre de Jesús.

 

En la primera bienaventuranza Jesús proclama: Bienaventurados los pobres.

José, María y Jesús fueron pobres. No pertenecieron a la clase de los grupos adinerados, cultos y privilegiados, sino a la clase de los pobres. Quien se sumerge en la lectura y meditación de la Biblia enseguida descubre que ser pobre, además de reflejar la carencia de bienes y derechos, de salud y de estima, se refiere también a las personas marginadas, consideradas inferiores y oprimidas. Sin embargo hay que añadir un detalle más: ser pobre en el sentido de la Biblia va acompañado de una total confianza en el Señor.

María sabe que es pobre, vive esa pobreza y, como los demás pobres, sus manos vacías están más disponibles para acoger el Reino de Dios.

¿Cómo están de llenas nuestras manos para acogerlo en nuestras vidas?

Puedes vivir el mes de mayo dedicado a María con los recursos que cada día se nos ofrecen en este enlace: Mayo con María.

 

 

 

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