¡Llega el domingo! Día de la vida, del amor, día del Señor en este camino hacia la Pascua que quizás se nos esté haciendo un poco cuesta arriba. Posiblemente no estemos ciegos, pero el hecho de estar en casa encerrados y no poder ver a las personas a las que amamos y nuestros paisajes favoritos es duro.

La experiencia no nos ayuda tampoco a «ver a Dios» en medio de esta niebla de aburrimiento, dolor, enfermedad, fakenews, incertidumbre, trabajos perdidos…. La fe  se hace difícil, pero aquí estamos. Con nuestros miedos y dudas…. Aquí estamos porque es domingo y porque Él está.

Podemos celebrar y orar en casa. Basta preparar un poco un espacio de la casa, buscar los textos de hoy y poner mucho corazón.

Comenzamos serenando y relajando el ambiente y nuestro interior.

Hacemos la señal de la cruz: así recordamos que somos familia, comunidad en nombre de Jesús, en nombre del amor.

Dejamos un momento de silencio para pedir perdón por aquello que consideremos que hemos hecho daño a nuestros hermanos y a Dios.

Las lecturas de hoy son las siguientes:

Primera lectura: Primer libro de Samuel 16, 1-13: David es ungido como rey

Salmo 22: El Señor es mi pastor, nada me falta

Segunda lectura: Carta de San Pablo a los Efesios 5, 8-14: Cristo será tu luz

Evangelio: Juan 9, 1-41

Las puedes leer y descargar pinchando aquí y seleccionando el día 22 de marzo: Lecturas del Cuarto Domingo de Cuaresma – Ciclo A

Breve comentario:

Las lecturas de hoy son extensas. Por eso os propongo unos subrayados que puedan ayudar a la oración personal en un momento de silencio tras leerlas.

 

De la primera lectura subrayo esta preciosa expresión: «Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón»

Para meditar el salmo y hacerlo oración te propongo escuchar la canción El Señor es mi pastor, nada me falta.

La segunda lectura puede ayudarnos a examinar nuestra vida y todo lo que ahora nos está rodeando: «Toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz»

Del evangelio, con humildad y dudas, en nuestra pequeñez, me gustaría orar con las últimas palabras y el último gesto del ciego curado: «Creo, Señor. Y se postró ante él». Unas humildes palabras de confianza y a la vez un gesto de adoración y agradecimiento. Pongámonos hoy en adoración ante Jesús en los enfermos, en los deprimidos, en los ansiosos y aburridos.

Expresamos nuestra fe: Como el ciego, expresamos aquello en que creemos. Lo podemos hacer con la canción Creo en ti, Señor.

Oración por las necesidades del mundo: pensamos en un rato de silencio qué pensamos que necesita hoy el mundo y nuestra vida. Lo transformamos en oración espontánea a Dios.

Al terminar, unimos nuestra oración a la oración de toda la iglesia en todo el mundo en este domingo con las palabras que Jesús nos enseñó: Padre nuestro….

 

 

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