Una de las preguntas más escuchadas siempre en una casa y seguro que en estos días es ¿qué hay para comer? Nos gusta saber con antelación lo que vamos a tener en el plato y sabemos lo importante que es un plato rico y bien preparado.

Quizás estos días estemos colaborando más en la cocina y nos hayamos dado cuenta de lo que cuesta preparar un menú del agrado de todos o incluso un menú con lo que hay en casa porque no podemos andar saliendo a comprar cada dos por tres.

En fin. Es tan importante la cocina que hoy vamos a rezar en ella o, por lo menos, teniendo presente todo lo que ella supone en nuestra vida. Tampoco nos tiene que asustar que recemos en la cocina, pues decía Santa Teresa de Jesús que «entre los pucheros anda Dios».

Preparamos la oración:

– Elige un ingrediente de la despensa que represente el plato que más te gusta.

– Buscamos en el evangelio el texto de Marcos 14, 22-24

Mientras comían, tomó pan y pronunciando la bendición , lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo». Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos».

– Oramos en la cocina o el comedor. Así que podemos sentarnos en torno a la mesa en la que comemos habitualmente. Podemos poner en ella una cazuela, en la que iremos metiendo los ingredientes elegidos por cada uno y una Biblia si tenemos.

Oramos juntos

Cada uno viene con el ingrediente y el objeto ya listos. Creamos un ambiente bonito y tranquilo con música relajante o silencio y velas. Hacemos algún ejercicio de respiración tal y como se indica en las sesiones de los primero días de este blog.

 

 

Comenzamos con la señal que nos recuerda que Jesús está con nosotros: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

– Primer momento: compartimos nuestros gustos.

Cada uno expone qué ingrediente ha traído y qué es lo que más le gusta comer. Su plato favorito. Puede indicar si sabe o no hacerlo y si sabe lo que cuesta en tiempo y dinero hacerlo. Después de hablar mete el ingrediente en la cazuela.

– Segundo momento: escuchamos la Palabra de Dios.

Abrimos la Biblia y leemos este texto:

Mientras comían, tomó pan y pronunciando la bendición , lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo». Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos». (Marcos 14, 22-24)

Me gustaría que os fijaseis en dos expresiones del narrador y no tanto en las palabras de Jesús: la primera expresión es «mientras comían». ¿Te habías dado cuenta de que las palabras más importantes de Jesús y que escuchamos cada domingo en misa las dijo mientras comían? Y la segunda expresión que quiero destacar es «pronunció la acción de gracias». ¡Qué pocas veces damos gracias por la comida, el trabajo de la cocina, el esfuerzo de quienes preparan nuestro plato favorito! ¡Qué pocas veces damos gracias en nuestro día a día a Dios y a las personas que conviven con nosotros!

– Tercer momento: orar dando gracias

Permanece en silencio y busca motivos en el día de hoy o en tu vida para dar gracias a Dios. Lo puedes decir en voz alta o decirlo en la intimidad.

Después de ese momento de dar gracias a Dios piensa en algunas personas a las que a partir de ahora vas a dar las gracias más a menudo.

PARA CELEBRAR QUE MAÑANA ES DOMINGO 

Puedes seguir la misa desde casa, pincha en el enlace que desees:

Misa desde el Obispado de Vitoria, domingos a las 11:30

Misa desde el Vaticano, cada día a las 07:00

 

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