Orar en casa es experimentar que nuestros hogares son lugares sagrados. Y que nosotros y nuestra familia es una pequeña iglesia doméstica. Podemos bendecir la mesa antes de comer y rezar dando gracias después de comer. Podemos rezar dando gracias después del aplauso por las ventanas a las 20:00 en estos días de confinamiento. Porque todos y todas estamos llenos del espíritu de Jesús que nos permite rezar estemos donde estemos.
Aquí te proponemos un guion sencillo para el día de hoy.
De tú a tú : una charla llena de cariño.
“Amarás al Señor, tu Dios,
con todo el corazón,
con toda el alma,
con todas las fuerzas”
(Deuteronomio 6,5)
Aprende
Rezar es charlar. A veces hablamos y a veces escuchamos. Es un diálogo de tú a tú con Dios. No es tanto un conjunto de palabras y rezos, sino una relación de amistad.
Por eso más que un guion de palabras necesitamos unas actitudes: apertura, cariño, confianza, paciencia… y evitar distraerse.
Hay que ser muy humildes y saber que, mientras tenga poca experiencia de silencio y sienta que me distraigo con facilidad, tengo que ocupar continuamente mi mente
Un consejo importante es evitar ejercicios de concentración o de oración muy libres o improvisados.
Conviene comenzar con ejercicios sencillos que van marcando cada paso poco a poco y que van dando indicaciones muy concretas.
De todas formas, si caes en la cuenta de que te estás distrayendo mucho, no opongas resistencia; toma nota y reconoce que son distracciones.
Mira las distracciones como vienen y déjalas que salgan de tu atención.
Vuelve al ejercicio que estabas realizando, retomando las pautas que te han dado y tomando conciencia del momento en que estabas.
¡Lo importante es darse cuenta de la distracción!
Practica
– Ve a tu sitio de tranquilidad o al rincón que hemos creado en familia para rezar en casa.
– Relájate. Ponemos una música tranquila y despejamos todo, vaciando bolsillos y apagando aparatos.
– Ponte en una postura cómoda y respira con calma y con facilidad. Sentados con la espalda recta se está de maravilla.
– Evita los ruidos externos, préstales un poco de atención y vete apartando tu mente de ellos.
– Fija tu atención en los “ruidos interiores”, para irlos eliminando. Como hicimos ayer.
– Poco a poco vete concentrando sobre ti. Tus latidos, tu respiración.
– Intenta desconectar de todo… siente el silencio
– Haz silencio dentro de ti
Escucha
Ve repitiendo en el momento de serenidad, sin prisas, degustando cada palabra, estas citas:
“Tú vales mucho para mí, eres valioso y yo te amo” (Isaías 43,4)
“Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo” (Juan 21,17)
– Da gracias a Dios por este momento
Unimos nuestras manos y escuchamos esta canción: Pongo mi vida en tus manos.
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